lunes, 29 de julio de 2013

Pedacitos de Nueva York (cap.7 y último). Un domingo en Central Park.

 
Domingo 28 de Julio de 2013. Último día en la ciudad.
 
Esto se acabó. Me levanto de nuevo temprano, muy temprano, sin haber dormido demasiado bien, y con la sensación agridulce de saber que aún dispongo de toda una mañana completa en la gran manzana, pero con la certeza de tener que volver ya mañana a la mundanal rutina diaria.
 
El plan de la mañana lo tengo decidido y es muy sencillo. Porque si estáis un domingo en Nueva York, ni lo dudéis. Los domingos, Central Park. Así de simple...
 
Decido ya desde primera hora que el blog no será hoy muy largo. Podría escribir muchas palabras sobre esta experiencia, pero me llevaría días y días teclear todo lo que se siente en la "ciudad que nunca duerme". Casi siempre lo hago, como epílogo final y para poder revisar en mi memoria cada minuto vivido. Pero esta vez pienso que seguro me permitireis que termine mi periplo bloguero del verano únicamente con fotos, y esta vez ya sí, ¡SORPRESA!, y como compensación a la falta de texto, de mi Canon y no del móvil (seguro que notareis la diferencia...:). Fotos de esta última mañana, que resumen perfectamente, no sólo la atmósfera de Central Park, sino la de toda una ciudad, a la que he esperado tan "solo" 18 años para volver a ver...
 
 
Sed felices. 
 
 
 
 

 
 
           
 
 
 

 

 
 
 
 

 

 
 
    
 


domingo, 28 de julio de 2013

Pedacitos de Nueva York (cap.6). Como un neoyorquino más.

Sábado 27 de Julio de 2013 (y esta vez no hay dudas...)

Temperatura y humedad: el calor vuelve a apretar, pero viendo el tiempo que hay en España, donde me espera calor extremo a la vuelta, esto no está tan mal.

Lluvia: no news, good news... :)

Cuaderno de bitácora (en modo horas, minutos, y... nada más)

6:00 Imposible dormir más. Me despierto y no vuelvo a pegar ojo, así que no me queda más remedio que levantarme y darme una buena ducha. Esta vez no es por el ruido, simplemente no duermo más aunque quiera... Tenía la alarma puesta a las 7:00, pero me temo que se hace completamente innecesaria estos días. Aprovecho y me doy una larga ducha mientras tarareo "on Broadway", uno de los muchos éxitos en la carrera de The Drifters. Ni idea por qué me sale esa canción de repente, aunque al fin y al cabo, mi hotel está en la 77 con Broadway, así que pienso que el subconsciente la habrá traido, pero tampoco le doy muchas vueltas y sigo disfrutando de la ducha.

8:00 Mientras camino rumbo al Lincoln Center, y tras una parada en una cafetería a pocos metros de este enorme centro cultural, referente mundial de la opera, la danza y la música clásica, llevo en una mano un café con leche y un gigantesco blueberry muffin en la otra, que voy tomando por la calle, como muchas otras personas con las que me cruzo a esa hora. Me presento a las ocho en punto, tal y como había calculado, y con precisión de reloj suizo, en la cola. Aunque en NY hay muchos conciertos al aire libre, que este tipo de eventos tan especiales y en este "templo" sean gratuitos no es muy habitual lo que hace que madrugar para adquirir una entrada gratis sea imprescindible. Lo primero que observo al llegar a la fila es que aquí no hay turistas. Estos son puros y genuinos neoyorquinos, que han llegado bien temprano con sillas, tumbonas, y en algún caso, hasta una pequeña mesilla. En ese momento me alegro de poder estar allí de "polizón", actuando como uno de ellos y simulando ser uno más...

 

9:00. Una pareja de mediana edad que lleva a mi lado desde que llegué, me pide un bolígrafo para rellenar una hoja que han repartido para un concurso. Como una pregunta lleva a otra, y así a la siguiente, nos ponemos a charlar animosamente durante un buen rato. Descubro que son de New Jersey, al otro lado del Hudson, y aprovechando el tema, comentamos el traslado reciente del equipo de basket de la ciudad, los Nets, a Brooklyn. Al final, tras varias explicaciones de ambos sobre las razones, concluyen que "it's all about business". Me comentan que la persona que está en primer lugar en la fila, ha llegado a las tres de la madrugada. Madre mía. Mientras, el hombre me pide que le muestre la cámara, y con gusto se la dejo, e incluso le animo a que tire unas fotos, cosa que finalmente hace encantado. Después, ya más animados, comparto con ellos alguna foto del día anterior hechas por la noche en la fuente que del centro de la plaza. A uno, que es un poquito presuntuoso por naturaleza y no le importa reconocerlo, siempre le gusta que alaben su trabajo, y en este caso, cuando me felicitan por las fotos y me dicen que hay alguna que les gustaría tener en su salón, siento un subidón que tarda tiempo en pasarse.

9:30. Sigo de pie. Llevo un buen rato observando a una mujer que no puede borrar la sonrisa de su rostro. Rondará los cincuenta, pero su cara es joven, viste vaqueros, deportivas blancas de vestir algo gastadas, y una camisa de cuadros azul algo informal. Tiene el aspecto de la clase media de la gran manzana, imagino un trabajo estable, sueldo decente... Si tuviera que apostar, diría que tiene dos niños no muy mayores. Mientras espera en la cola, permanece sentada en el suelo oyendo música, y leyendo una revista de casas de campo. Cuando se finalmente se levanta, sonríe de nuevo y me dice en inglés que ya solo faltan 20 minutos, en un gesto de clara complicidad al verme ya con las primeras gotas de sudor escurriendo por mi frente. El sol, que durante la primera hora se mantenía oculto tras los grandes edificios, ha salido ya de su escondite con toda su fuerza. Comenzamos a hablar y su historia es realmente interesante. Cuando se entera de dónde soy, cambia inmediatamente de idioma y para mi sorpresa me habla en un español de claro y reconocible acento cubano. Me cuenta que sus abuelos eran de Monforte de Lemos, en Galicia, y que emigraron a Cuba. Sus padres, tras la revolución, como muchos otros cubanos abandonaron el país y se instalaron en Estados Unidos, no sin antes pasar por varios países europeos. La mujer, que se considera neoyorquina por los cuatro costados, me cuenta que lleva viviendo 22 años en Nueva York, pero que vivió en Suiza, en Inglaterra, en Italia... Realmente una historia extraordinaria que escribir aquí con detalle me llevaría horas.

10:00 Se abren las taquillas y la ahora ya interminable fila comienza a moverse muy rápidamente. Por fin llego a la ventanilla y consigo mi entrada. El madrugón ha tenido su recompensa y además tengo plaza en el patio de butacas, lo que me asegura ver el concierto en inmejorables condiciones (cosa que no podrá decir por desgracia el que le toque detrás de mi...). Esta tarde esperó disfrutar de lo lindo. Cuando salgo a la calle no doy crédito a lo que veo. La hilera es kilométrica, da la vuelta al edificio y llega más allá de donde alcanza mi vista. Sin temor a exagerar, puedo decir que hay más de 2.000 personas sufriendo ya toda la intensidad del astro rey mientras esperan pacientemente para conseguir su entrada. Teniendo en cuenta que la capacidad no llega a 3.000 personas, y que por cada persona se pueden dar hasta dos tickets, me temo que alguno se quedará sin premio tras la paliza. Ya con "mi tesoro", y después de tantos días pasando arcos de seguridad para visitar las distintas atracciones de la ciudad, me noto un poco radiactivo, pero no le doy importancia hasta que veo como sale Jim hoy en las fotos...


11:00 Llego a la que, sin duda alguna, es la mejor sorpresa urbana que me ha dado este viaje. No aparece en muchas guías, no está en el top ten de la ciudad, ni siquiera lo comenta la gente cuando vuelve de allí. Menos mal que Néstor me hablo sobre esta ruta unos días antes de salir (gracias!!). El High Line es un paseo por un parque verde elevado sobre la ciudad que transcurre por algo más de dos kilómetros en lo que era la antigua línea de ferrocarril aérea del west side industrial. Mi recomendación es cogerlo de arriba a abajo, entrando por el acceso que hay en la west 30th con la décima avenida hasta su final un poco más abajo de la calle 14. El paseo es delicioso, posiblemente una de las zonas más cool de la ciudad (con el riesgo de que esta expresión pueda sonar un tanto pretenciosa). El paseo discurre por encima de las calles y cruzando en ocasiones por el interior de varios edificios, y en numerosos tramos aún se pueden ver las vías originales del ferrocarril. Para los amantes de la fotografía está ruta es una mina. La zona, todavía decadente en algunos tramos por el abandono de viejas zonas industriales y la presencia de edificaciones desvencijados, tiene un encanto especial, y más aun cuando además se combina con la aparición de nuevas y modernas construcciones donde los arquitectos están dando rienda suelta a la imaginación. Añádase a esto galerías de arte, el mercado de Chelsea y un parque cuidado con esmero durante todo el recorrido con algunas esculturas interesantes para llegar a la conclusión de que la visita al High Line es de lo mejorcito de mi semana aquí. No pierdo vista durante el paseo de los pequeños detalles, esos de los que tanto hablo en este blog. Una pintada callejera, una escultura con forma de corazón que se ve a través de un cristal en un viejo apartamento, un estudio de pintor que sólo el zoom de la cámara me permite encontrar...

 

12:30 Al llegar al final del recorrido aéreo (tomad nota también porque recomiendo esta ruta), continuo caminando por Gansevoort St (donde hay una pintada en un muro que haría las delicias de cualquier fotografo), y continuo hasta llegar a Hudson St, por la que bajo hasta el cruce con la 8th Ave. Durante este trayecto por el West Village, ya en el entorno del Greenwich Village, veo un Nueva York diverente a todomlo visto hasta ahora. Locales de moda, tiendas . Al alcanzar el cruce con la octava tomo la calle Bleecker. Esta calle y todas las que la cruzan son definitivamente otra ciudad que no he visto hasta ahora. Cada una de las tiendas, sea de ropa, de libros, de calzado, de comida, es de un gusto refinado, y no apta para bolsillos modestos. Mientras camino muy despacio, tengo la sensación que en cualquier momento puedo cruzarme con George Clooney, éste es el tipo de barrios y tiendas que seguramente frecuenten los famosos, y no precisamente Times Square. Las tiendas, muy exclusivas, no presentan en su interior más de uno o dos clientes, lo que tampoco me extraña. Paso a paso llego a... ¡Oh no! Magnolia Bakery, donde Carrie Bradshow y sus amigas en la famosa serie de televisión compran esas cupcakes que parecen de plástico. Qué poco me gusta esta chica (lo siento Sarah, perdóname, sé que lees mi blog, pero es que te tengo mucha manía...). Sigo pasando por más y más locales, todos muy trendy (vaya, otra vez suena pretencioso). Después de un larguísimo recorrido por esta calle y sus alrededores, y tras comer un local italiano realmente agradable, decido que es tiempo de volver al hotel. Definitivamente, ha merecido la pena el paseo y si venís por aquí, no os perdáis la ruta.

14:00 De vuelta en el hotel. Escribo durante una hora el blog, porque aunque no lo creáis, esto lleva tiempo, mucho tiempo, pero lo hago con gusto. Es un momento del día en el que todo lo que has hecho vuelve a pasar por tu mente, lo que hace que el disfrute sea doble, y los recuerdos permanezcan por más tiempo en la memoria. Los ojos se me empiezan a cerrar. Creo que es hora de una buena siesta.

17:00 Tras casi dos horas de siesta, interrumpidas de ve en cuando por los puñeteros portazos de una misteriosa puerta, me doy una nueva ducha, descubro que mis ojeras van en aumento, y escribo otro poco en el blog. Una hora después, me empiezo a preparar para salir.

19:00 De nuevo en las puertas del Lincoln Center, espero unos minutos para entrar en el Avery Fisher Hall, que junto con el Carnegie Hall, son los dos templos de la música clásica en NY. Me han dicho esta mañana que no es necesario vestir especialmente elegante, que es suficiente un estilo "casual" o informal (uno siempre tiene la duda de qué significa exactamente eso...), porque el concierto es gratuito. Otra cosa sería ya un concierto de pago, que son palabras mayores... Afortunadamente, en el último momento antes de salir de España, decidí coger un pantalón largo, por si acaso. Tampoco hubiera pasado nada, aunque sí que es cierto que en general la gente que veo alrededor va bien vestida y sobre todo, no lleva pantalones "rodilleros" como los que he usado toda la semana... ;)


19:40 Comienza el concierto. Unos minutos antes, leo atentamente el programa, algo que, reconozco, casi nunca suelo hacer. El cuadernillo dice que el concierto consta de dos piezas: Mozart, Symphony No.40 in G minor, K.550 (1788), y Beethoven, Symphony No.7 in A major, Op.92 (1811). Evidentemente, no me dice nada, porque no soy ningun experto en música clásica, mas bien todo lo contrario, pero reconozco que cada vez que voy a un concierto salgo entusiasmado, y cuando leo este fragmento en el cuadernillo que me dieron a la entrada, y que reproduzco a continuación, me digo a mi mismo que algo de especial va a tener este concierto: "En el verano de 1788, en el transcurso de seis semanas, Wolfang Amadeus Mozart completó tres extraordinarias sinfonías. Nada en la biografía del compositor ha provocado más especulación y debate que el origen de esta tardía trilogía. No era habitual en Mozart crear trabajos tan sustanciales como estas tres ambiciosas y hermosamente escritas sinfonías sin tener la certeza, o al menos la opción de presentarlas en público, pero ninguna de estas justificaciones ha sido nunca hallada por sus biógrafos para esta trilogía...".

20:53 Tras más de una hora de ensueño, suenan con fuerza las notas del movimiento final de la pieza de Beethoven, un finale allegro con brio, y se acerca la apoteosis, digno colofón para un sábado memorable. Los violines, violas, violonchelos y contrabajos se mueven frenéticamente, como si fuera la última vez que tocaran en sus vidas. Los arcos, hechos de crines de caballo, golpean violentamente pero con metódica precisión todos los instrumentos de cuerda, y el sonido que producen, lleno de pasión y vida, resuena enérgicamente hasta en el último rincón de la sala. Los clarinetes, fagots, oboes y el resto de instrumentos de viento son también presa de la euforia colectiva que parece haberse instalado en la orquesta en este último tramo del concierto. Nota tras nota, siento que estos músicos van a perder la respiración, que el aire que soplan es ya de la reserva del alma. De cada instrumento salen las notas como viento huracanado. Los timbales vibran vigorosos con cada embate y su sonido completa este éxtasis que estoy teniendo la fortuna de contemplar en directo. El director, artífice de la conjunción exquisita de tanto talento, suda a raudales como los atletas que a pocos metros corren por Central Park...

21:00 Finaliza el concierto. El público se pone en pie y la ovación es atronadora. Sale el director a recibir el aplauso del público de Nueva York una, dos, y así hasta seis veces, felicitando a su vez a los músicos, y agradeciendo a Mozart y Beethoven haber escrito esas piezas tan hermosas, con un sorprendente gesto al coger las partituras y aplaudirlas él mismo.

22:30 Ya en la cama del hotel, me produce tristeza pensar que mañana me voy. Aún tendré tiempo para pasear por Central Park, porque el vuelo sale tarde, pero es será mañana, por hoy ya es suficiente...

 

 

sábado, 27 de julio de 2013

Pedacitos de Nueva York (cap.5). Diecinueve, no veintiséis...

Viernes 26 de Julio de 2013 (aunque sólo me di cuenta por la tarde...)

Temperatura y humedad: Vuelve a hacer calor, bastante, aunque no tanto como los primeros días. La humedad sí que ha bajado, y eso se agradece, sobre todo para no acabar yendo a la lavandería por falta de camisetas.

Lluvia: sin noticias de este fenómeno meteorológico... :)

Cuaderno de bitácora:

*** Deleite. Mientras desayuno una tortilla de cuatro huevos con queso feta, tomate y cebolla, me pregunto por qué habré tardado casi cuatro días en encontrar este sitio. Una dulce sonrisa (que me confirma posteriormente que es del Perú) me recibe al entrar, y sólo con eso pienso que ya me han ganado para los próximos tres días hasta que me vaya. Con lo fácil que es sonreír y mira lo que les cuesta en algunos sitios. Decido no desayunar, sino deleitarme con el desayuno, que no es lo mismo, lo que consigo hasta que un trocito de cebolla se me queda por ahí dentro atascado y me bebo el café con leche de un trago a ver si aquello se mueve. Parece que sí, que ya ha pasado, pero estaba tan caliente que ahora no siento ni la lengua. En cualquier caso, cuando salgo, evidentemente no digo "adiós" sino "hasta mañana"... :)

*** Dos rascacielos. No es que no haya más, pero hay dos por excelencia que siempre están en mi cabeza. El primero, el peculiar y estrecho Flatiron Building, que aunque en su momento fue uno de los edificios más altos de Manhattan, el pobrecillo hoy no creo que esté hoy ni entre los 200 que más sobresalen en el perfil de la ciudad. Al llegar junto a esta curiosa, y diría que casi hasta divertida construcción, pido a una pareja que me hagan una foto, y así de paso aparezco yo un poco en el blog, que este Jim tiene mucho afán de protagonismo y ya me va tocando a mi... Mi segunda elección es el Chrysler Building. Eso sí es estilo. Ahí está, luciendo más que el pelo de John Travolta en Grease. Con su impresionante cúpula art decó, sin duda, el más elegante y chic de todo Nueva York. Esas gárgolas de acero asomando en sus esquinas y ese brillo característico cuando se refleja el sol en su placas metálicas, hacen de este edificio un auténtico símbolo de la ciudad. Es una lástima que no se pueda subir, pero al menos te permiten entrar al hall...


*** Taxis. Fascinante el tema de pedir un taxi. Creo que llevo ya al menos 30 o 40 fotos de gente pidiendo taxis. Mientras me quedo apoyado en algún semáforo lanzando mis instantáneas, me pregunto cual es el criterio que siguen los taxistas para parar o no parar. Después de varios días de aguda observación, me sigue sin quedar claro. Bueno, no exactamente. Delante del Hilton paran todos. Para mimetizarse y empatizar con los neoyorquinos, el bueno de Jim ha hecho un intento. No hace falta decir que no ha parado nadie. Normal, con ese aspecto de surfero de los 70 y sin afeitar...


*** Shopping... Vale, cediendo a las presiones ;), decido visitar algunas tiendas, pero no compro nada (que quede muy claro). Como tiendas de deportes, de ropa, de calzado, etc, hay miles en la gran manzana, y aunque he entrado en varias de ellas hoy, os hablo solo de otras un poco diferentes...

1. Librerías: Entro en Barnes&Noble (la de la quinta avenida, que hay varias por toda la ciudad). Aunque no leo mucho, siempre me han encantado las librerías. Me doy un paseo, pregunto por un libro en concreto, que no tienen, y me quedo observando la gente sentada en el medio de los pasillos. Están tan absortos con sus lecturas que ni se dan cuenta cuando pasas a su lado. Mientras paseo entre estanterías, me pregunto si vendrán cada día a leer un capítulo, y si finalmente podrán leer el libro entero sin comprarlo. Yo diría que sí... También visito Strand Books, junto a Union Square. En cuanto cruzo la entrada también me siento absorbido por la atmósfera del papel impreso... Me preguntan, y no es la primera vez, "how're u doing today?", y esto del "today" me hace muchísima gracia, porque pienso para mi mismo que debería responder "hoy bien, mañana ya veremos"... Tonterías aparte, salgo de la librería y después de pensarlo bien, ninguna de las dos tiene el exquisito encanto de las pequeñas tiendas de libros, esas que seguro existen en otras zonas de la ciudad con inconfundible aroma a libro viejo... Pero el tiempo no da para más, y salvo que se cruce alguna en mi camino, con esto es suficiente.

2. Cómics: Con un cierto ápice de "friquismo", pero llevado sobre todo por la curiosidad y el genuino aspecto que siempre presentan este tipo de tiendas, visito dos de las mejores de Nueva York, Midtown Cómics y Forbidden Planet. En la primera, mientras miro con curiosidad no sólo los cómics de todos los superhéroes habidos y por haber, sino también los cientos de figuras de ellos, descubro medio escondida una reproducción enorme de coleccionista en caja original de mi buen amigo Mazinger Z, por tan sólo 495$, ya con un 25% de descuento aplicado... Ya por curiosidad (y por hablar con alguien, que ya sabéis que eso de no hablar lo llevo mal...), le pregunto al dependiente si tiene alguna camiseta, y se queda alucinado de que alguien pregunte por el tal Mazinger. Me dice que no, que imposible, que es pura importación japonesa por encargo y que es muy difícil encontrar merchandising de este robot aquí. Me doy cuenta enseguida que mi ídolo infantil no causó mucho impacto por estos lares... Poco después entro en Forbidden Planet. Pregunto al dependiente si puedo hacer alguno foto a los muñecos (también por entablar un poco de conversación...), y no me ponen problema mientras no grabe video, así que empiezo a disparar la cámara a diestro y siniestro, si bien reconozco sólo a una décima parte de los personajes que por allí están expuestos. Defintivamente, pienso que ha sido una buena idea ver estas tiendas. Buena decisión. Son geniales y los dependientes auténticas enciclopedias sobre el tema.

3. Cosillas de casa: Sí, sí, ya puestos, y según voy caminando, veo el escaparate de una de esas tiendas tipo Casa, Zara Home, etc, que tienen muchas cosas bonitas que luego no sirven para nada pero quedan genial en las estanterías, mesas, y demás mobiliario de la casa. Lo dudo un poco, vuelvo a mirar al interior, y me digo que por qué no, a sabiendas que con absoluta seguridad no voy a comprar nada. Se llama Fishs Eddy. Sorprendentemente disfruto con el aire entre retro y de viejo (pero nuevo) desván que tiene la tienda. Haría las delicias de algunas personas que yo me se... Y es que no todo es comprar. Algunas tiendas merecen la pena sólo por la decoración, por la música, por los dependientes semidesnudos... (chicas, venga, imagino que ya sabéis a que tienda me refiero...). Pues no he estado, que le vamos a hacer...

4. Música. Según deambulo por Broadway, voy escuchando la música que sale de las tiendas, y decido entrar en aquellas donde suene algo que me llame la atención y me guste, y no me refiero a tiendas de música precisamente... Sí, ya lo sé, entrar en tiendas llevado únicamente por el criterio de si me gusta l- musica o no, no tiene sentido, pero como estoy de vacaciones hago lo que me da la gana (que a gusto me he quedado...). Al final sale un popurrí de establecimientos que mejor no mencionar, pero la mejor música, se la lleva la tienda de la NBA. Me muevo como un rapero entre las camisetas de los Warriors y los Timberwolves mientras suena en los altavoces alguno de esos tíos de cinco pliegues en el cuello y cadenas de oro (gracias Jorge por el apunte de los pliegues, es genial). Unos minutos después me doy cuenta que estoy empezando a hacer el ridículo si sigo moviéndome y andando como Jay-Z y abandono el local (afortunadamente, sin ser acompañado por el guardia de seguridad).

5. Comida: En Nueva York todo el mundo come en la calle. Caminando, sentado en el parque, dentro de los locales de comida rápida, en los de comida sana, en la bicicleta, en el coche, mientras habla por el móvil, mientras corren... Lo que es seguro es que nadie come en su casa. Por eso, los locales de comida abundan por doquier, y aunque es imposible hablar de uno en una ciudad en la que debe haber miles, después de haber entrado en muchos estos días, me quedo con el Whole Food Market. Ahí está, en Union Square, sin llamar tampoco exageradamente la atención. Entro a ver y cotillear un poco, que a pesar de la tortilla matinal, ya voy teniendo hambre. Me encuentro con mucha comida sana, gourmet, y especializada en vegetarianos, veganos, celiacos, etc. Enseguida me doy cuenta que me encanta el sitio porque puede ver a la gente más posh y cool de la zona entrando para su lunch diario. Decido tirarme media hora dentro solo para hacer fotos de la gente. Paparazzi en el supermercado (suena a título de canción de la movida madrileña...). Finalmente, y para engañarme a mi mismo después de tres días de perritos, cheesecakes, pizzas y hamburguesas, decido comprar un zumo de naranja natural recién exprimido, un cuarto de sandia fresquita troceada, y una ensalada de frutas. Así, a lo bestia. Todo o nada...

6. Juguetes. Bueno, es evidente que no hace falta ni mencionarlo, esta la conocen todos. La tienda de la FAO es una delicia para pequeños, y no tan pequeños... De largo, la mejor tienda general de juguetes de la ciudad, y posiblemente de muchas otras. Además, para algunos mitómanos del cine como yo, ver el piano donde Tom Hanks tocaba con los pies en la película Big es una gozada, si bien es cierto que hace 18 años ya estuve allí con mi buen amigo Suso. Pero no me ha importado repetir la visita. Y no, no he tocado el piano. Demasiada vergüenza.


*** Concierto (I). Tras la jornada de "visitar-tiendas-pero-no-comprar", vuelvo al hotel un par de horas a descansar y después de renovadas energías (y otro hot dog), cojo el metro hacia Brooklyn, porque hoy hay una pequeña representación gratuita de ópera al aire libre en la pradera junto al puente de Brooklyn. Escenario absolutamente bucólico para un concierto. Llego sudando, que el calor ha vuelto, y por más vueltas que doy, allí no hay indicios de que vaya a haber ningún concierto. Miro otra vez la nota que tomé hace un par de días. Está claro. Viernes a las 19 horas. Espero un poco por si he llegado muy pronto, pero allí no ocurre nada. Vuelvo a mirar la nota. Es correcta, viernes a las 19 horas... del día 19. Gilipoll... Bien, tengo dos opciones, o enfadarme conmigo mismo (opción que descarto de inmediato), o aprovechar que estoy allí de nuevo para hacer alguna foto más, disfrutar del paseo junto al río Hudson y plantar un "pino" en algún local decente...

 

*** Concierto (II). Esos momentos de relax (los del paseo no los otros) iluminan mis circuitos neuronales y me permiten darme cuenta que hoy también hay concierto en los jardines del Lincoln Center, y además, me pilla de vuelta cerca del hotel, así que allá voy. Llego justo a las 20 horas, cuando empieza el concierto. Se trata de un quinteto de folk irlandés que incluye un pianista, lo que le confiere al grupo un aire especial. Después de casi una hora, salgo de allí encantado de la vida.

*** Cheesecake. Voy a subir a dormir al hotel... Pero paso por delante de... Y claro... No lo puedo evitar...

 

Hasta mañana. Sed buenos.

 

viernes, 26 de julio de 2013

Pedacitos de Nueva York (cap.4). Noche Estrellada.

Jueves 25 de Julio de 2013

Temperatura y humedad: Se acabó el calor. Cambio radical de temperatura. He de admitir sin tapujos, que hoy he pasado bastante frío, y es que el termómetro habrá bajado unos doce grados así, sin avisar, y claro, esta mañana no he salido muy preparado... Chanclas, pantalón corto y camiseta. En fin...

Lluvia: A ultima hora del día hace su aparición una lluvia "meona", "calabobos" o también llamada "txirimiri"... que para gustos se hicieron los colores.

Cuaderno de bitácora:

*** Top of the rock. 8:00 am. Llego puntual a mi primera cita con el mirador del Rockefeller Center. Cuando llego arriba, me doy cuenta que las guías de Nueva York tienen toda la razón, son mucho mejores estas vistas que las que hay desde lo alto del Empire State Building. Sobre todo, por las vistas a Central Park, y porque fotografiar Manhattan con ese edificio icono de la ciudad que acabo de mencionar dominando el skyline, no tiene precio. Durante mi estancia en el mirador, y como en el fondo soy buen tío, hago fotos a todas las parejas, familias, niños, ancianos y demás personas que me lo piden. Será la mejor foto que tengan del viaje... ;)


*** Arte. Mucho arte. No soy muy aficionado de los museos, pero tengo desde hace 18 años una visita pendiente al MoMA, así que con un poco de retraso, cumplo mi palabra y compro mi ticket después de una larga espera en la cola. Aunque me recorro todo el museo, me voy directo nada más llegar a lo que más me interesa. Y allí están, en la quinta planta, sin duda la más visitada, los postimpresionistas. Cezanne, Gauguin, Van Gogh... El cuadro que busco lo veo desde lejos, y cuando llego allí, me recorre un pequeño escalofrío y pienso si finalmente el síndrome de Stendhal, del que tantas veces he oído hablar, existe de verdad. Contemplo el original de esta obra maestra de Van Gogh, la que sin duda alguna es mi pintura favorita. Junto al cuadro, figura el siguiente texto, que el pintor envía en una carta a su hermano Theo y que os traduzco libremente: "Esta mañana he contemplado el campo desde mi ventana antes del amanecer, sólo se veía la estrella del alba, y parecía muy grande...". El resultado ya lo conocéis.


*** Música. En verano, los conciertos al aire libre proliferan por la ciudad. Me siento junto al Lincoln Center, en un parque acondicionado para este tipo de eventos. Son nuevas tendencias de músicas. El grupo consta de tres violines, un violonchelo, y una solista, que interpretan música realmente extraña, algo experimental y sobre todo muy poco ortodoxa... En cualquier caso, decido seguir sentado y ser un poquito más abierto de mente, que para eso he venido hasta aquí. Al final consigo disfrutar de algunos fragmentos, aunque en general debo admitir que ha sido un concierto "complicado".


*** Top of the Rock. 9:00 pm. Segunda cita con el mirador, esta vez para ver las vistas de noche. Impresionante. Millones de luces conforman un espectáculo que pocas veces he visto. Me quedo al menos media hora tirando fotos, lamentándome de no tener un trípode. Aún así, salen algunas fotos muy decentes... (con la cámara, porque con el móvil no ha salido nada de nada para el blog).

*** Times Square, posiblemente uno de los lugares más fotografiados del mundo por la noche. Me doy un paseo antes de irme al hotel. Hoy es tarde pero merece la pena caminar entre las fastuosas luces de neón. Me vuelvo loco disparando fotos, buscando encuadres y personajes disparatados que me permitan hacer esa foto especial que uno siempre busca. Como no encuentro lo que busco, me siento a comer un perrito caliente, esta vez, afortunadamente, la salsa no pica.


 

*** La vida es efímera. La desgraciada tragedia de estos días en España nos lo vuelve a demostrar una vez más. No perdáis mucho el tiempo en tonterías ni discusiones, no merece la pena. Y si es posible, haced un poquito más feliz a los que os rodean, no cuesta tanto. Hoy una persona me escribía y me hablaba de esa canción de los Beatles que decía: "the love you give is equal to the love you get". Y poco después encontraba esto en la calle, quizás como confirmación de lo anterior...

 

Besos, abrazos y mucho amor.

 

P.D. Quizás alguien se estará preguntando por qué empiezo siempre hablando de la temperatura, la lluvia... Es que siempre que estoy fuera, mi madre me pregunta por el tiempo, y he decidido que así la mantengo informada puntualmente... :) un beso mamá, te quiero!

 

jueves, 25 de julio de 2013

Pedacitos de Nueva York (cap 3). Vaya, vaya, aquí sí hay playa...

Miercoles 24 de Julio de 2013 (hoy sin dudas de ningún tipo...)

Temperatura y humedad: Sin cambios aparentes. Calor pegajoso... (en las estaciones de metro me abstengo de poner adjetivos a la temperatura y humedad por sí esto lo leen niños...).

Lluvia: No ha llovido, ni por el día, ni por la noche. Por la mañana temprano abro la ventana para quitar, no sin un poco de acrobacias, la toalla de encima del equipo de aire exterior. Para mi sorpresa, no soy el único al que ayer le volvieron loco los ruidos del agua... La mitad de las toallas del hotel están colgando fuera de las ventanas tapando las carcasas. Me quedo pensando que no soy tan listo...

Cuaderno de bitácora:

*** Desayuno en... ¡Exacto! ¡Menganito's café! Esta vez imposible pillarme, todas las respuestas aprendidas. Sí, lo quiero caliente, sí, lo quiero para tomar aquí, sí, lo quiero en vaso, no, no de plástico... Genial, mañana ya puedo cambiar de sitio y empezar de nuevo. Mientras desayuno, cojo el New York Times. Lo sujeto bien firme con una mano, con la otra le hago la foto, y lo vuelvo a dejar donde estaba (no tenía sección de deportes...;)


*** 1000 fotos. Ese es el número de fotos hechas con mi cámara (la otra, estas son del móvil) en tres días. Todo apunta a las 3000 al final del viaje, pero es que aquí merece la pena fotografiar todo. Y eso que cada día al llegar al hotel borro casi la mitad...


*** Primeras compras. No soy yo mucho de comprar e ir de tiendas, más bien poco o nada, pero al cambiar de metro salgo a la calle por unas obras, y justo allí esperándome están ese par de zapatillas rojas. Me paro un momento frente al escaparate y lo oigo claramente: "cómpranos, cómpranos...". Y como ya me dijo mi primo, en NY las tallas grandes no son problema, así que hay que aprovechar. Pues dicho y hecho, marchando un 13,5 americano...


*** Coney Island. En otro tiempo, este era uno de los parques de atracciones más importantes y bonitos de América. Hoy, todavía conserva parte del encanto original, con una bonita noria y una antigua montaña rusa junto a la playa, y otras muchas atracciones dirigidas casi exclusivamente a los más pequeños. Por cierto, vista de cerca la montaña rusa tiene mas óxido que los tornillos del Titanic. Un ratito sentado en la playa, una buena comida con una riquísima cherry lemonade, unas 150 fotos a diestro y siniestro, y objetivo cumplido. Más de una hora de metro para ir y lo mismo para volver, aunque creo que ha merecido la pena. Ahí os dejo un par de fotos a las que he añadido un poco de color efecto retro de los 70...

 

*** Tras varios días aquí, descubro que en la recepción del hotel tienen bidones recién preparados de té frío (muy frío) al limón para servirte gratuitamente. Me siento en el sofá del hall y comienzo a escribir el blog desde aquí. Tras tres vasitos y una profunda inspiración (y la correspondiente expiración, que si no me ahogo), me digo a mi mismo, "Que día más tranquilo". Hoy sí. :)


See u tmrw!

 

miércoles, 24 de julio de 2013

Pedacitos de Nueva York (cap 2). El universo está hecho de historias.

Martes 23 de Julio de 2013 (y todo el día pensando que era miércoles...)

Temperatura: Calor, pero más llevadero que ayer...

Humedad: De nuevo muchísima humedad, pero nos vamos adaptando.

Lluvia: Noche de lluvia, muchísima lluvia. Lo sé porque al ruido de los aires acondicionados se une el de las gotas de lluvia cayendo sobre la carcasa metálica exterior del equipo de aire de mi habitación. Al más puro estilo McGyver, pongo un par de toallas de baño encima (un maniático de los ruidos como yo, ya ha pasado por experiencias similares y tiene muchos recursos...). Aunque nada tiene que ver con la lluvia, pero sí con el agua (ahora lo veréis), el frigorífico hace también ruido, así que decido desconectarlo por la noche. Bien, sin ruidos de goteo ni del frigo, sólo los ya conocidos. Llega la mañana. Pongo un pie en el suelo y chof... Se me olvidaba lo que ocurre cuando se descongelan los frigoríficos...

Cuaderno de bitácora:

*** Desayuno en el mismo sitio que ayer (sí, exacto, menganito's coffee...). Hoy ya no me pillan con la preguntita. Antes de que pregunten ya estoy respondiendo: "Hot, thanks". Pero una nueva cuestión me pilla desprevenido y vuelvo a la típica expresión cuando no entiendes algo: "sorry?". Definitivamente el acento de estos tíos es del Iowa profundo... ;)

*** Ahí están, en el metro de primera hora de la mañana. Son jóvenes, trajes a rayas, el New York Times en una mano, mirada de ambición. Dentro hace calor, el aire acondicionado no es muy efectivo, pero ellos no sudan. De hecho, no pestañean, no miran, no respiran... Son los ejecutivos del Downtown. Disimuladamente le doy un codazo a uno de ellos al bajarme. Pues no era para tanto. Al final se quejan como todos... Al bajar en el Downtown es inevitable ver el edificio que se ha construido después de los ataques del 11S. Vayas donde vayas está ahí, imponente, exagerado, el más alto de la ciudad con diferencia, y hoy, con sus últimos metros cubiertos de nubes...

 

*** Ferry a Staten Island. Me abstengo de coger el de la Estatua de la Libertad. El que va a Staten Island es gratis, sí, sí, siempre gratis, y las vistas del monumento y del skyline de Manhattan son excelentes. Para muestra, os dejo una foto hecha desde el ferry. Vale, no para en la isla de la estatua, pero no hace falta, tampoco pensaba subir. Al llegar a Staten Island, salgo del ferry para volver a la sala de espera del ferry que vuelve. No hace falta decir que no hay mucho que ver en este barrio de Nueva York, uno de los cinco junto con Manhattan, Queens, Brooklyn y el Bronx. Lo siento si alguno de los diez millones de lectores que tiene este blog es de Staten Island, espero que no se ofenda...

 

*** Me como mi primer hot dog en un puesto callejero de los miles que hay, esta vez justo enfrente de la Public Library. Pido únicamente ketchup. Después del primer mordisco aquello pica de cojones. ¿Qué demonios de salsa me habrá puesto este tío? Dos botellas de agua y una cocacola después, vuelvo a la normalidad. La visita a la biblioteca de Nueva York impresionante. A la salida, me esperan los rascacielos en la misma calle...

 

*** Interesante reflexión que fotografío en una placa en el suelo. Para los que no conozcan el idioma de Shakespeare, os dejo traducción, que esta es muy facilita: "El universo está hecho de historias, no de átomos". Ahí queda eso.

 

*** Nuevo récord: Llego de vuelta al hotel tras 11 horas y 14 minutos de haberlo dejado esta mañana. Completamente exhausto. Creo que mañana es momento de descansar un poco y tomarme el día con más calma. A este ritmo voy a recorrer más kilómetros que en el Camino de Santiago, y no es broma...

*** Reviso en la habitación las fotos que he hecho con la cámara (la Canon, las que pongo aquí son las del móvil). Está mal que lo diga yo, pero algunas son cojonudamente buenas. Cuando vuelva ya las veréis...

*** Escribo estas líneas mientras veo en directo en la NBC el concurso de moda en USA, "American's got talent" (una especie de "tú sí que vales") en directo desde el Radio City Music Hall, por el que curiosamente he pasado hace unas horas, y donde la gente estaba haciendo unas colas kilométricas e interminables desde cuatro horas antes! Por cierto, no sé muy bien como va la gente en España cuando va a estos eventos de espectador, pero aquí la gente iba vestida de gala...

 

Pues eso, sed felices, vosotros sí que valéis. :)

 

P.D. Historias del abuelo cebolleta: Hablando de ejecutivos agresivos... ¿Alguien se acuerda del grupo de la movida madrileña "Ejecutivos Agresivos" y su pedazo de tema "Mari Pili no no no..."?. ¡Qué grandes!

 

 

martes, 23 de julio de 2013

Pedacitos de Nueva York (cap 1). T-Storm & Cheesecakes.


"Las montañas de Sapa, en el escarpado norte de Vietnam, son tan hermosas como esperaba. Las terrazas de arrozales... "

Ah no, vaya, un momento, que ese era el Plan A para este verano. ¡Qué despiste! No recordaba que unos "problemillas" físicos hicieron totalmente desaconsejable viajar a un lugar tan recóndito, donde la probabilidad de una recaída hubiera sido muy elevada. Pues nada, vuelvo a empezar...

"Y allí, en esa minúscula sala, con más vergüenza que miedo, hemos representado lo que para muchos era nuestra primera pieza de teatro, interpretando un pequeño fragmento de "La vida es sueño", de Calderón de la Barca..."
¡Nooooo! ¡Que éste era el Plan B! Y también se vino abajo un par de días antes de las vacaciones. Hay que ver las vueltas que da la vida... Tampoco pudo ser, así qué, como probablemente ya sabéis, tuve que improvisar un Plan C, que bien podía haber sido cualquier destino, pero, sorpresas de la vida, fue Nueva York...

Pero dicho esto, os diré que nunca he creído en las casualidades. Las cosas que nos ocurren no suceden sin más. Dudo mucho que esté en la naturaleza humana la capacidad de entender qué consecuencias tiene y por qué a diario tomamos en nuestra vida bifurcaciones en ese largo y serpenteante camino que es nuestra existencia. Pero el caso es que lo hacemos, y todas tienen en mayor o menor medida sus resultados. Estoy convencido, y así lo comentaba estos días pasados con otras personas, que mi camino este verano tenía que pasar por esta enorme ciudad, de la que dicen que nunca duerme, y como la letra de la canción de Alicia Keys, donde "no hay nada que no puedas hacer...". De una manera o de otra, al final estoy aquí, y también seré sincero si os digo que tampoco sé ni me preocupa demasiado por qué razón estoy, ya que posiblemente nunca la sepa...



Después de este comienzo, que parece más una reflexión filosófica al final de un capítulo de la saga Star Trek que una narración "bloguera", os cuento que al principio no tenía intención de escribir estos días en el blog. La verdad es que en mis "aventurillas" de boy-scout amateur de otros años me gustaba contar el recorrido de cada día, el sufrimiento cuando el dolor por los kilómetros caminados se hacía muy duro, la incertidumbre siempre presente por llegar o no al objetivo marcado, y todo aquello, queramos o no, me motivaba a plasmar cada día en palabras la consecución de ese reto. Es que soy más de caminar con rumbo fijo por carretera por montaña o por caminos de cabras que por urbes, por eso, este año se me antojaba harto complicado narrar con emoción mis paseos por la ciudad a la que Sinatra cantaba "New York, New York..." que es la parte de la letra que nos sabemos todos los españoles...

Pero al final habrá blog. Y habrá algunas fotos, claro que sí. Pero esta vez sólo iré dejando pequeños "pedacitos" de mis jornadas por estos lares. Pequeños apuntes, reflexiones, algunos momentos curiosos, estúpidos o dignos de mencionar. Digo yo que para hablar del puente de Brooklyn, la Estatua de la Libertad y todo eso son mucho mejores las guías... ;)

Lunes 22 de Julio del año 2013 (calendario terrestre, el que usan en la nave Enterprise lo desconozco)

Temperatura: calor, mucho calor, la h*stia de calor...

Humedad: tres camisetas usadas en un día, y no digo más... (a este paso tendré que ir a la lavandería y mira que me jode...)

Lluvia: por fin he conocido lo que los americanos llaman T-storms.... Una hora jarreando a todo trapo y sin tregua. Parece que a los locales no les importa mucho. Yo, como un pelele, me he tirado los sesenta minutos debajo de un soportal, y sin batería en la cámara para dejar testimonio de la frase anterior. No parece esto muy distinto del monzón que me esperaba en Vietnam...

Cuaderno de bitácora:

*** Desayuno en típica cafetería franquiciada tipo Starbucks pero llamémosla "menganito's coffee". Tras pedir mi café con leche, tardo casi medio minuto en entender la simple pregunta "iced or hot?". Madre mía, y uno piensa que sabe inglés. En mi defensa diré que la pronunciación de "iced" era muy de Iowa... ;)

*** Conversación literal escuchada por la mañana temprano bajo el puente de Brooklyn:

Individuo 1: "tengo hambre, brother, where do we go?"
Individuo 2: "I don't mind pero vámonos ya!"
Individuo 3: "Yo también estoy hungry, guys, let's go, venga vamos!"

*** Hora de comer: me zampo un bocata que denominan American Hero. Tras acabarlo, entiendo que para comerse un pan más duro que el de hace tres días hay que ser un verdadero héroe. No me he comprado la camiseta de Capitán América porque me da vergüenza, pero me la he ganado a pulso...

*** Cheesecake de postre: había olvidado que la densidad del Cheesecake neoyorquino supera con creces la del hierro, el acero y cualquier otro metal de la tabla periódica. Después del American Hero, acabarse la tarta ha sido duro, pero para eso hemos venido aquí, a enfrentarnos a este tipo de desafíos extremos...

*** De vuelta al hotel tras casi 11 horas pateando la ciudad, me reconforta ver que me han cambiado la habitación del piso 2 a otra en el piso 7 para no oir por la noche el aire acondicionado central. Estupendo, ya ni se oyen los enormes ventiladores del edificio, ahora solo se oyen los cuatro equipos de aire de las habitaciones de enfrente (a escasos dos metros, podría saltar y caería en la cama del vecino...).


Mañana más, o no, nunca se sabe,
Besos y abrazos.
Jim

domingo, 14 de julio de 2013

Escalando sus sueños

Papá, hoy el Tour de Francia llega al Mont Ventoux. Sí, ese puerto mítico y descomunal del que tanto nos hablaste, de sus infinitas rampas, de su paisaje desolador, del que nos contabas que no tenía árboles ni sombras donde refugiarse, y cuyos últimos kilómetros se asemejaban a un paisaje lunar sin vida ninguna. Pero los que alcancen su cima hoy no saben que tu ya ganaste allí, llegando en solitario, en un esfuerzo colosal, a la altura de cualquier final épico de los que nos narra Perico cada año.

No saben que tenías ya 63 años, que no te cebaste con ningún escapado, ni tampoco te pusiste de pie en la bici para acelerar el ritmo. No saben que marcaste tu ritmo sin importarte que tardaras una o diez horas. Que se te hizo infinito, pero que no había prisa. No importaba. No lo televisaban, ninguna radio estaba allí, eras únicamente tu y tu bicicleta, avanzando lentamente, mientras caían una tras otra las gotas de sudor que tu cinta no era capaz de absorber. Y con cada gota ganabas más metros y estaba cada vez más cerca esa nueva muesca en tu larguísima lista de cumbres a las que habías vencido.

 

No saben que cuando coronaste se cumplía uno de tus sueños, como cuando subiste el Tourmalet por primera vez, y después Luz Ardiden, y el Aubisque, y Alpe d'huez, y así todos los puertos legendarios donde ganaron los mejores escaladores de la historia del Tour de Francia. Y después vinieron las grandes cimas del Giro de Italia, el Stelvia, el Gavia, etc... porque de aquellos picos que Indurain y Perico habían escalado en nuestra Vuelta a España, habías perdido la cuenta de las veces que los habías subido y bajado.


Todos los que hoy ruedan en ese pelotón multicolor no lo saben, pero nosotros aquí sí, y seguimos estando muy orgullosos de ti. Nos demostraste que nunca es tarde y que no hay edad para cumplir sueños.

Y te echamos de menos. Mucho. Muchísimo. Un beso. Te queremos.